18 octubre 2011
“Llaman provocación a las verdades que nosotros proclamamos, mientras que las mentiras que ellos cuentan se convierten en verdades absolutas. Nuestra lucha por la independencia y el bienestar de nuestros pueblos es tachada de insumisión, y el saqueo que ellos hacen de nuestras riquezas se llama obra civilizadora. Así escriben ellos la historia, y así se la aprende la mayor parte de la Humanidad. Por eso yo prefiero sentir a mí lado al Che antes que a cualquiera de ellos”. Thomas Sankara.
En esta parte sur del hemisferio, se sabe poco y nada sobre quién fue Thomas Sankara, conocido como “el Che Guevara negro”.
Efectivamente, como él denunció en uno de sus discursos, “ellos” son los que escriben la historia. Una historia de mentiras y engaños, de invisibilizaciones intencionadas y sesgo colonialista. De continuo desprecio por el África profunda, sus pueblos y sus luchas.
Conocer la figura de Sankara y rescatarla del olvido, nos hace re-conocernos en una misma lucha. Ayer y hoy, por la liberación de la esclavitud de la deuda. Una lucha que le costó su propia vida, pero que no se apago con él.
Por eso, este 15 de octubre, en el marco de la Semana de Acción Global contra la Deuda y las Instituciones Financieras Internacionales, y en un nuevo aniversario de su asesinato, queremos reivindicar la figura de Thomas Sankara y su lucha contra la dominación de la deuda.
Jubileo Sur/Américas jubileosur@gmail.com www.jubileosuramericas.org
El 15 de octubre de 1987, era asesinado el presidente de Burkina Faso, Thomas Sankara. Había llegado al poder en 1983, a los 33 años, a través de un golpe de Estado dado por militares revolucionarios, organizado por él y su amigo Blaise Compaoré. El mismo que, cuatro años más tarde, lo traicionó y asesinó en un sangriento contragolpe auspiciado por Estados Unidos, Francia y sus aliados africanos.
Apenas llegó a la presidencia, Sankara se pronunció a favor de llevar adelante una “revolución democrática y popular”, inspirada en el ejemplo de la Cuba socialista. Se definió como un ferviente antiimperialista y puso en marcha una serie de medidas, que en poco tiempo empezaron a mostrar cambios profundos.
Su gobierno suprimió los honores y beneficios que gozaban los jefes tribales, incluyó a las mujeres en su gabinete de ministros y dispuso una serie de medidas de austeridad. Renunció al sueldo que tenía estipulado como presidente y se quedó con el modesto salario de capitán. Cambió el menú presidencial por el , la comida diaria de los pobres de su país, Vendió todos los automóviles Mercedes-Benz oficiales y los cambió por Renault 5, el más barato en ese momento. Cuando vio que sus hijos se distanciaban de la austeridad que había marcado su infancia, decidió llevarlos a vivir al Barrio de Chabolas, donde él había crecido, abandonando el Palacio presidencial. Su madre siguió teniendo, como una más, el puesto en la feria del mercado.
Sus medidas sociales fueron de avanzada para el África de ese tiempo. Prohibió y persiguió la ablación de los genitales femeninos, y fue el primer gobierno africano en reconocer que el vih-sida era una gran amenaza para la región. Dispuso que el depósito de provisiones del Ejército se convirtiera en un almacén estatal para abastecer a la población, lo que fue el primer “supermercado” del país.
Devolvió las tierras a los campesinos y promovió la pequeña agricultura familiar, dejando de lado el modelo agro-exportador impuesto, con el fin que la población se autoabasteciera y que las empresas multinacionales dejaran de lucrar con los alimentos. Una verdadera medida de soberanía alimentaria.
Impulsó la inversión en políticas educativas, salud pública y combate a la pobreza, contrariando lo que habían dispuesto para su país el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Estás políticas lograron disminuir sensiblemente el analfabetismo y la mortalidad infantil en poco tiempo, gracias a las brigadas de vacunación.
En el primer aniversario de su gobierno, propuso cambiar el nombre de su país, la ex-colonia francesa de Alto Volta por Burkina Faso, que significa en mossi y djula, las dos lenguas mayoritarias, “el país-o la patria- de los hombres íntegros”.
Sankara, junto a Fidel Castro, fue uno de los pocos que se atrevió a denunciar el costo humano del pago de la deuda externa y su papel de dominación y control sobre los países del Tercer Mundo. En diferentes encuentros internacionales levantó su voz para denunciar la herencia colonial de la deuda externa.
Tal vez el discurso más significativo sea el que pronunció en 1987 en la Cumbre de Jefes de Estado Africanos:
“El origen de la deuda viene de los orígenes mismos del colonialismo. Quienes nos prestan dinero son aquellos que nos colonizaron antes. Son aquellos que gestionan nuestros estados y economías. Nosotros no teníamos ninguna relación con esa deuda. Por eso no podemos pagarla”.
“La deuda son los colonialistas transformados en «asistentes técnicos». En realidad, deberíamos decir asesinos técnicos. Y son ellos los que nos propusieron las fuentes de financiación, los prestamistas o «proveedores de fondos». Una expresión que se emplea cada día como si hubiera hombres cuya «provisión» fuera suficiente para crear el desarrollo en otros países”. “La deuda, en su forma actual, es una reconquista de África […] De manera que cada uno de nosotros se convierta en un esclavo financiero, es decir, simplemente un esclavo de quienes han tenido la oportunidad, la astucia, la trapacería de invertir sus fondos en nuestros países con la obligación de que los reembolsemos”.
“La deuda no puede ser reembolsada –pagada- porque, en primer lugar, los prestamistas no se morirán en caso que no paguemos. Si pagamos, los que moriremos somos nosotros […] Aquellos que nos llevaron a endeudarnos, jugaron como si estuvieran en un casino. Mientras ellos ganaban, no había problemas. Pero ahora que ellos pierden, nos exigen que paguemos”.
“¡Nosotros no podemos reembolsar –pagar- la deuda, porque no hay nada que pagar! Nosotros no somos los responsables de ella. No podemos pagar la deuda porque, al contrario, nos deben lo que las mayores riquezas nunca podrán pagar: la deuda de sangre. Fue nuestra sangre la derramada”.
Y finalizó su discurso haciendo un llamado a la unidad de los países africanos y a la conformación de un club de países contra el pago de la deuda.
“Oímos hablar de muchos clubes, Club de Roma, Club de París […] Es nuestro deber crear un frente unido de Addis Abeba (*) contra la deuda. Sólo de este modo podremos decir hoy que negándonos a pagar no venimos con intenciones belicistas sino, al contrario, con actitud fraternal para decir la verdad […] Así, nuestro Club de Addis Abeba tendrá que explicar porque esa deuda no debe ser pagada. “Si Burkina Faso, solo, se negara a pagar la deuda, ¡yo no estaré presente en la próxima conferencia! En cambio, con el apoyo de todos podríamos evitar pagar. Y evitando el pago podríamos dedicar nuestros magros recursos a nuestro propio desarrollo”.
Apenas tres meses y medio después de este discurso, Sankara fue asesinado por el que consideraba su hermano, Blaise Compaoré, el actual presidente de Burkina Faso.
Su figura, sin duda, es un ejemplo para el movimiento contra la deuda de los países del Sur. Por eso reivindicamos su lucha: ¡nuestra lucha!
Thomas Sankara ¡Presente! ¡Ahora y siempre!
(*) Addis Abeba es la capital de Etiopía, donde se llevo adelante la Cumbre de Jefes de Estado Africanos en 1987.
Texto: Pablo Herrero Garisto / Traducción: Miguel Borba Sá / Jubileo Sur Américas