Somos francófonos por el hecho mismo del colonialismo, aunque solo un 10 por ciento de los burkinabes hable francés. Al proclamarnos parte de la francofonía, anunciamos e interiorizamos dos condiciones: la lengua francesa no es más que un medio de expresión de nuestras realidades y, como toda lengua, el francés debe estar predispuesto a vivir las realidades sociológicas e históricas de su propio devenir.

La lengua francesa ha sido para nosotros, en primer lugar, la lengua del colonizador, el vehículo cultural e ideológico por excelencia de la dominación extranjera e imperialista. Pero es también la lengua con la que hemos podido acceder a la maestría del método de análisis dialéctico del fenómeno imperialista, así como organizamos políticamente para luchar y vencer.

Hoy día el pueblo burkinabe y su dirección política, el Consejo Nacional de la Revolución, ya no utilizan la lengua francesa en Burkina simplemente como portadora de una enajenación cultural cualquiera, sino como un medio de comunicación con los demás pueblos.

Nuestra presencia en esta conferencia se justifica por el hecho que, desde el punto de vista del Consejo Nacional de la Revolución, existen dos lenguas francesas: la lengua francesa que hablan los franceses del hexágono [Francia] y la lengua francesa que se habla en los cinco continentes.

Es para contribuir al enriquecimiento de este francés unlversalizado que nosotros deseamos aportar nuestra participación y nuestro aprecio en la medida que la lengua francesa nos acerque más a los demás. Y por esta razón deseo agradecer muy sinceramente a las autoridades francesas por esta afortunada iniciativa.

Es por intermedio de la lengua francesa que con los demás hermanos africanos analizamos nuestras situaciones respectivas y procuramos conjugar esfuerzos para las luchas comunes.

Es por intermedio de la lengua francesa que hemos compartido la lucha del pueblo vietnamita y que logramos comprender mejor el clamor del pueblo caledonio.1

Es a través de la lengua francesa que descubrimos las riquezas de la cultura europea y defendemos los derechos de nuestros trabajadores emigrados.
Es por intermedio de la lengua francesa que hemos leído a los grandes educadores del proletariado y a todos los que, de forma utópica o científica, han puesto su pluma al servicio de la lucha de clases.

En fin, es en francés que cantamos La Internacional, el himno de los oprimidos, de los “condenados de la Tierra”.

De esta universalidad de la lengua francesa deducimos por nuestra parte que esta lengua la debemos utilizar de conformidad con nuestro internacionalismo militante. Pues creemos firmemente en la unidad entre los pueblos. Ella surgirá de nuestras convicciones compartidas, puesto que todos sufrimos la misma explotación y la misma opresión, cualesquiera que sean las formas sociales y el ropaje que usen en el curso del tiempo.

Por eso, a nuestro modo de ver, la lengua francesa –si va a servir más los ideales de 1789 que los de las expediciones coloniales– debe aceptar las otras lenguas como expresiones de las sensibilidades de los otros pueblos. Al aceptar a los otros pueblos, la lengua francesa debe aceptar las frases idiomáticas y los conceptos que las realidades del entorno de Francia no han permitido que el francés conozca.

¿Quién podría por vanidad o vil arrogancia recurrir a giros alambicados, por ejemplo, para decir en francés las palabras islam o baraka, cuando la lengua árabe expresa mejor que cualquier otra sus realidades? ¿O bien la palabra pianissimo, esa dulce expresión musical que proviene del otro lado del Piamonte? ¿O incluso la palabra apartheid, que la riqueza shakespeariana exportó, sin perfidia alguna, de Albión a Francia?2

Rehusar integrar al francés las lenguas de otros es erigir barreras de chauvinismo cultural. No olvidemos que otras lenguas han aceptado del francés palabras intraducibies para ellos. Por ejemplo, el inglés, apegado a su fair play, ha adoptado del francés el término aristocrático y burgués champagne. El alemán, con su realpolitik, de manera rotunda y sin malabarismos acepta el término francés arrangement. Por fin, el peulh, el mooré, el bantú, el wolof y muchas otras lenguas africanas han asimilado, conteniendo toda su cólera, términos opresivos y explotadores como impôts [impuestos], corvées [trabajo sin paga], prison.

Es esta diversidad la que nos junta en la familia francófona. Nosotros la hacemos rimar con amistad y fraternidad.

Negarse a integrar otras lenguas es ignorar las raíces y la historia de su propia lengua. Toda lengua es el resultado de muchas otras –hoy más aún que en el pasado– debido a la permeabilidad cultural creada, en estos tiempos modernos, por los poderosos medios de comunicación. Rechazar otras lenguas es tener una actitud rígida contraria al progreso, que emana de una ideología de inspiración reaccionaria.

Burkina Faso se abre a los demás pueblos y cuenta enormemente con las culturas de los demás para enriquecerse más, convencidos de que avanzamos hacia una civilización universal que nos conducirá hacia una lengua universal. Es en ese sentido que ubicamos nuestra utilización del francés.

¡Por el verdadero progreso de la humanidad! ¡Adelante!

¡Patria o muerte, venceremos!

1. A mediados de la década de 1980, el archipiélago de Nueva Caledonia, colonia francesa en el sur de Oceania, fue escenario de amplias movilizaciones anticoloniales por parte de los canaques, su población autóctona.

2. “Albión pérfido”, epíteto de origen francés que se refiere a Gran Bretaña.

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